Basil Brown y Sutton Hoo
El británico Basil Brown, arqueólogo, astrónomo, autodidacta y escritor, es el responsable de haber descubierto en la localidad inglesa de Sutton Hoo, en Mayo de 1939, uno de los barcos funerarios más excepcionales de Gran Bretaña. La historia de este sensacional hallazgo y de su descubridor se cuenta en la novela John Preston, en la que está basada la película "La excavación", estrenada en enero del 2021.

Un "excavador" más que un arqueólogo. Así se describía Basil Brown, quien, diecisiete años después de que Howard Carter descubriera la tumba de Tutankamón en el Valle de los reyes, en de noviembre de 1922, hizo un descubrimiento de similar trascendencia bajo unos montículos situados en la localidad de Sutton Hoo, en Suffolk, en el año 1939: los restos de un barco funerario del siglo VII.
A pesar de dedicar la mayor parte de su tiempo a trabajos temporales y a actuar como policía voluntario, Brown con su afición por la arqueología, finalmente consiguió un trabajo a tiempo parcial en el Museo de Ipswich. En su nuevo puesto, descubrió ocho construcciones medievales y diferentes asentamientos romanos, incluyendo la villa romana de Stanton Chair, excavada entre 1936 y 1938, y unos hornos de alfarería en el área de Wattisfield. Gracias a aquellos hallazgos, Basil Brown conseguiría el encargo de su vida: la excavación de Sutton Hoo, un descubrimiento que cambiaría para siempre la historia de Inglaterra en el período comprendido entre la ocupación romana y la época vikinga.
La propietaria de los terrenos era Edith Pretty, la hija de una familia de industriales que junto a su marido, Frank Pretty, un fabricante textil, se había mudado a Sutton Hoo, una finca situada al sureste de Inglaterra. En la finca se alzaban unos extraños montículos de tierra que habían dado origen a diferentes leyendas sobre fantasmas y aparecidos. En su juventud, Edith viajó con su padre a Egipto y asistió a las excavaciones de un monasterio cisterciense, lo que despertaría su interés por la arqueología. A la muerte de su marido, Edith decidió ponerse en contacto con el museo local de Ipswich para comenzar a excavar esos enigmáticos túmulos, pero el museo no pareció estar muy interesado en el proyecto y se limitó a ponerla en contacto con un arqueólogo aficionado llamado Basil Brown.
PRIMEROS HALLAZGOS
Brown dio inicio a las excavaciones en Sutton Hoo en junio de 1938, empezando por los montículos más pequeños. Durante los trabajos, Brown descubrió pruebas de que estos habían sido saqueados por los ladrones de tumbas, pero a pesar de eso encontró un disco de bronce que le hizo pensar que esos túmulos podían ser anteriores a la época vikinga. Durante el verano de 1939, Brown decidió por fin trabajar en el túmulo más grande y muy pronto dio con unos fragmentos de hierro que identificó sin dudarlo como los remaches de un barco.
EL GRAN DESCUBRIMIENTO
Fue entonces cuando Brown hizo su increíble descubrimiento: los restos de un enorme barco de 27,4 metros de eslora. Desgraciadamente la madera se había disuelto en la tierra, junto con los restos humanos que había enterrados en su interior, pero quedaba impresa en el suelo la impresionante huella de un barco de más de un milenio de antigüedad. Por hallazgos anteriores, Brown supuso que un barco de ese tamaño podía contener un extraordinario cargamento de objetos funerarios que habrían sido enterrados en su interior, junto con el difunto. El 14 de junio, Brown halló lo que creyó que podía ser una estructura de madera parecida a una cabaña erigida en el centro del barco a modo de cámara funeraria.
Durante diecisiete días, Brown desenterró una gran cantidad de piezas fabulosas: monedas y broches de oro, un yelmo, armas, un escudo, un cetro, un portaestandarte, calderos, copas de bronce e incluso una lira.

"Todos los objetos brillaban a la luz del sol como el día en que fueron enterrados", anotó Basil Brown en su diario.
El conjunto arqueológico incluía otros objetos de diversa procedencia europea y del Mediterráneo bizantino. En suma, un riquísimo ajuar funerario. Pero cuando aquel magnífico hallazgo salió a la luz, Basil Brown fue apartado de la excavación por parte de los responsables del Museo Británico y de la Universidad de Cambridge al considerar que él no estaba lo suficientemente cualificado para un trabajo de tal envergadura porque no disponía de la titulación adecuada, y el descubridor del barco de Sutton Hoo fue relegado a labores básicas.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Basil Brown volvió a ser contratado por el Museo de Ipswich y por la Sociedad Astronómica del Distrito. En 1952 realizó excavaciones arqueológicas en Rickinghall, donde hizo importantes descubrimientos en sus dos parroquias. En Rickinghall superior, una capilla de la Virgen, desaparecida hacía tiempo. Y en Rickinghall inferior, una pila bautismal normanda.
SIN RECIBIR EL RECONOCIMIENTO
En el transcurso de unas excavaciones en la localidad de Broom Hills, en 1965, Brown sufrió, según las fuentes, un ataque cardíaco. Apartado de la actividad por sus problemas de salud, Basil Brown moriría el 12 de marzo de 1977 en su casa de Rickinghall, aquejado de neumonía. Aunque Brown nunca publicó sus trabajos, sus cuadernos meticulosamente guardados, incluidas fotografías, planos y dibujos, ahora son propiedad del Servicio Arqueológico del Consejo del Condado de Suffolk y la Oficina de Registros de Ipswich, y dan fe de la minuciosidad y cuidado que Brown puso en su labor como arqueólogo. La contribución de Brown a la arqueología fue reconocida en 2009 con una placa en la iglesia inferior de Rickinghall, localidad donde el excavador vivió casi toda su vida. Sin embargo, su labor en el hallazgo arqueológico de Sutton Hoo sigue, a día de hoy, sin recibir el reconocimiento que se merece.